A los pies de Sierra Nevada y en plena comarca de la Alpujarra, puedes encontrar el barranco de Poqueira, uno de los más conocidos y visitados por los turistas rurales. En él se encuentran enclavados los pueblos de Pampaneira, Bubión y Capileira. Muchos son los que recorren esta maravillosa zona y gozan de sus senderos, su río, su fauna, su flora, sus aguas. Visitar uno de los pueblos de este barranco es trasladarse a otra cultura, combinan tradiciones, gastronomía, costumbres,… , árabes y cristianas, tradicionales y modernas.
Unos amigos y yo disfrutamos de este excelente entorno hace unas semanas, realizamos una ruta de senderismo muy diversa. Fue un gran día, nos cruzamos con gente amable, conocimos pueblos típicos alpujarreños (los conocidos pueblos blancos), visitamos negocios tradicionales, nos aventuramos por sus múltiples y variados senderos, …
Llegamos a Pampaneira en coche, aquí comenzamos la ruta. Fue sorprendente ver los tres pueblos alineados con Sierra Nevada de fondo y la nieve tan cerca. Antes de adentrarnos en la senda dimos una pequeña vuelta por el centro del pueblo, nos llamó la atención los telares tradicionales en los que podías entrar y ver como se tejían artesanalmente las alfombras tan típicas de esta región, las tiendas con curiosos productos hechos a mano y las calles empedradas con acequias llenas de agua.
El sendero comenzaba en la ladera derecha del barranco, en la calle más alta de Pampaneira. Esta vereda recibe el nombre de “camino real”, pues era el más transitado antiguamente para ir de un pueblo a otro. Decidimos hacer la subida al principio, la parte más dura del sendero. Esta subida une los tres pueblos, tiene un desnivel bastante pronunciado, ¡al menos para mí que no soy un gran deportista!. 😀
El camino era estrecho pero fácilmente transitable, debido a la época del año estaba todo verde, los arboles de hoja caduca como es natural aún sin hojas, había pequeños riachuelos consecuencia de las nieves y a la lluvia de días anteriores, entre la maleza encontrabas pequeños bancales sembrados de habas, cebolletas, patatas, grano, … Durante la primera parte del recorrido, la iglesia de Bubión no se pierde de vista en ningún momento, la panorámica era increíble.
El sendero se une a una calle de Bubión, allí nos refrescamos en una pequeña fuente que hay justo a la entrada del “barrio hondo” y continuamos calle arriba, vimos unos lavaderos y llegamos al mirador y a la plaza de la iglesia. Tras unos minutos apreciando las vistas desde el mirador y fotografiando tanta belleza, atravesamos en diagonal la plaza y proseguimos la calle dirección Capileira. Es fácil encontrar el sendero que une Bubión con Capileira, está señalizado. Al principio la vereda es bastante ancha pero conforme se avanza es cada vez más estrecha. Al igual que en el primer tramo, estábamos rodeados de eras, pequeñas balsas para el regadío, cortijos, bancales de hortalizas y frutales, había cerezos, melocotoneros,… Disfrutamos viendo unos caballos pastando, gallinas y patos picoteando en las zonas cercanas a las acequias y balsas.
Esta parte del sendero no tiene perdida, únicamente en un cruce nos despistamos, pero amablemente una señora de un cortijo nos dijo por donde proseguir. Durante el camino nos cruzamos con abuelos, padres e hijos paseando por tan bonita vereda. Al llegar al más alto y luminoso de los tres pueblos nos encontramos una pequeña área recreativa con fuentes, bancos y columpios.
Callejeamos por Capileira, por hermosas callejuelas repletas de tinaos con macetas y flores. Las terrazas de los bares empezaban a llenarse, se acercaba la hora del almuerzo y el buen tiempo invitaba a comer al aire libre. Nosotros preferimos comer al lado del río Poqueira, por lo que nos paramos en una panadería a comprar unos dulces para el postre y continuamos nuestra ruta hacia el río.
Salimos del pueblo por las últimas casas de la parte baja, el descenso hasta el río era suave. Conforme avanzábamos por el sendero se escuchaba cada vez más fuerte el agua correr. Comimos muy cerca del río y gozamos “al fresquito” de un rato de descanso. El sonido de los pájaros y del agua nos embriagó, ¡nos costó reanudar la marcha!.
Atravesamos el río por un precioso puente digno de fotografiar, cuyo nombre sino recuerdo mal era “Puente Chiscar” y comenzamos una subida (debo de reconocer que se me hizo dura, no por su pendiente ni dificultad, sino más bien por la cantidad de comida que ingerí, los dulces 😀 y el calor). Después de unos 15 minutos aproximadamente de subida nos encontramos con un cruce muy bien señalizado. Nosotros decidimos coger dirección Bubión. El camino era estrecho e irregular, suaves subidas, pequeñas bajadas y cortos llanos. Poco después del cruce mencionado tropezamos con un nacimiento de agua que emanaba de las raíces de un gran árbol. Nos refrescamos durante unos minutos y proseguimos.
Más adelante, topamos con una cerca, el camino estaba cortado. Fue extraño encontrarse un sendero señalizado y cortado. Comenzamos a buscar algún pequeño camino por el exterior de la cerca pero fue en vano, asique pasamos la valla y seguimos andando por el sendero. Antes de cruzar intuíamos el motivo del cercado pues conforme nos acercábamos teníamos que sortear excrementos de un tamaño considerable jejeje. La intuición no nos falló, al girar en una curva nos vimos rodeados casi por completo de vacas y terneros ¡vaya susto me dí! 😮 Había reses enormes, unas pastando, otras tumbadas y echando la siesta (haciendo honor a tan conocida y practicada costumbre española) y los terneros trotaban y jugaban. Se quedaron inmóviles desde el momento en que nos vieron, nos miraban atentamente, estábamos demasiado cerca, no sabía si salir corriendo hacia delante o volverme (pues no sabía lo que nos podíamos encontrar más adelante). Tras unos minutos de vacilación decidimos avanzar con pasos inseguros y poco después encontramos el fin del cercado. Continuamos la senda entre risas bromeando sobre lo sucedido. ¡Fue la anécdota del día!
Desde esta vertiente del barranco la perspectiva de los pueblos era espectacular. Disfrutábamos del camino entre castaños, álamos, robles, rascaviejas y una gran variedad de arbustos propios de zonas húmedas.
Llegamos a otro punto señalizado, de él partían dos sendas, una dirección “Puente del Molino-Bubión” y otra Pampaneira, nosotros optamos por la segunda. Comenzaba otra subida, llaneamos un poco y después realizamos una pronunciada bajada zigzagueada hasta el río. El puente que lo cruzaba era muy bonito, a la izquierda había una “mini cascada” artificial que logró entretenernos un buen rato, el paisaje merecía ser fotografiado.
Cinco minutos más por un sendero bastante ancho y entramos al pueblo por un camino que hay entre eras y un lavadero tradicional. Terminamos la ruta en la plaza de la Libertad, frente a la Iglesia de la Santa Cruz de Pampaneira. Repusimos fuerzas comprando y degustando unos exquisitos chocolates en un negocio local “Chocolates Abuela Ili”.
¡Fue un gran día! Os animo a que visitéis el barranco de Poqueira, situado en nuestra apreciada Alpujarra, que disfrutéis de la arquitectura y urbanismo único de sus pueblos, de una gastronomía excelente y de gente amable acostumbrada a tratar con todo tipo de turistas. ¡Conseguirán cautivaros!
Santiago Puerta
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